lunes, 7 de abril de 2014

Pissis, el rey de la Puna

Pissis, el rey de la Puna.

Breve relato de ascensión.

Introducción
Se pueden dar algunos datos (y números) que cualifican al Monte Pissis. Denominado así, en honor al francés Pierre Aimé Pissis, un geógrafo del siglo XIX que trabajó en la zona. Es un volcán activo, el más alto de la Tierra,  ubicado en la Puna, en un lugar poco explorado, limítrofe entre las provincias de Catamarca (desde donde accedimos) y La Rioja.
Se extiende a lo largo de 22 km, que lo convierten en una gran montaña. Tiene 5 cumbres, sobresalen la mayor de 6795m, denominada CAM ó Principal, y la secundaria de sólo 4 metros más baja. Por su altura, se convierte en la 3era montaña más alta de Argentina (luego de Aconcagua y el Ojos del Salado)
Ascendido por primera vez en 1937 por polacos, pudo repetirse la cumbre principal recién 46 años después. La primera ascensión argentina fue recién en los años 80 y la denominada ruta Normal, que fue la elegida por nosotros, se realizó recién en 1998.

El Pissis y sus cumbres
 Nos atraía la posibilidad de coronar su cumbre, donde no muchos han llegado. Aislado, inhóspito, grande. Probablemente asusta en la previa, leyendo relatos todos hablan de la dureza del lugar, de los efectos de la altura, de los vientos fuertes que azotan. Nuestro maestro, y gran amigo, Eduardo Sibulosky nos ha dado muchos consejos, Herman hizo lo propio y Vanina que había visitado la montaña en dos oportunidades también nos resultó de gran ayuda. Ni hablar de algunos desconocidos que aportaron datos mediante libros y relatos; muchas personas enmarcadas en esta “comunidad de la montaña” que siempre colabora con algún dato y sobre todo con muy buena vibra.

En lo personal, un gran desafío, una enorme aventura, y un sueño a cumplir. Cuando arranqué en el montañismo la primera gran montaña que llamó mi atención fue el Pissis. Esa enorme mole que parecía inalcanzable para mí. Ya soñaba con Aconcagua, la montaña de mi vida, pero el Pissis... era una de esas grandes cosas que uno hace, y que en algún momento pensó nunca poder concretar.

Venía con un gusto amargo del Ojos del salado, había sentido que lo lograba, pero volví sin su cumbre. Convencido de que todo pasa por alguna extraña razón, me dije volveré pronto.
Y aquí estoy, 15 de febrero de 2014, en Fiambalá, y rumbo al Pissis.


Puesta en marcha.
La expedición arrancó el 1° de febrero, saliendo de Buenos Aires, y constaba de 3 etapas: una, la primera, aclimatación de Las Grutas, Catamarca. Dos, ascenso al Ojos del Salado, por la ruta normal del lado chileno. Tres, ascenso al monte Pissis, por la ruta normal argentina.
La primera etapa fue muy buena, sin apuros ni actividades fijadas previamente transcurrió de manera rápida, y divertida!
La segunda etapa (será relatada en otro momento) fue muy buena, a pesar de no lograr alcanzar la cumbre.

La tercera etapa, arranca en Fiambalá...
En camino al Pissis





















Partimos muy temprano en la mañana. Néstor con su camioneta nos pasó a buscar por el hostel San Pedro. Alrededor de las 7am cargamos la camioneta, y partimos.
Desde Fiambalá son aproximadamente unos 200km, de los cuales 90 Km. son de un camino transitable sólo con vehículos 4x4. El viaje duraría unas 5 a 6 hs. En el pueblo contactamos a Jonson Reynoso para contratar el servicio de transporte.
De ser posible ese día instalaríamos campamento a unos 5000-5100m dependiendo del lugar que la camioneta nos dejara.  Nos pasaríamos por alto el campamento base (llamado Mar del Plata). Teníamos muchos días en altura, con buena aclimatación.
A marcha lenta fuimos avanzando en medio de paisajes muy cambiantes. Desde Chaschuil vimos de todo: verde y con ganado, hasta la zona desértica del Pissis. Pudimos observar muy lejos la presencia del cerro Bonete chico, la cuarta cumbre más alta de América. Luego apareció el gran Pissis. Pasamos por la coloridas lagunas de la zona: de los aparejos, celeste, negra, y veíamos a lo lejos la laguna verde. Las vistas, por donde se mire, son realmente espectaculares. Mis ojos nunca habían visto algo semejante. Ver algo así emociona, conmueve. Nos pasó a todos por igual. Tomamos mil fotos, pero creo que, en definitiva, es imposible retratar tal belleza.
 

C1 a 5100msnm
















Nestor nos dejó mas allá de CB Mar del Plata, y en medio de un viento fuerte, arrancamos la caminata hacia el C1, que finalmente instalamos a unos 5100m, cerca del glaciar, de donde pudimos obtener agua líquida, cosa que nos ahorró trabajo, tiempo y combustible! Armamos las carpas cerca de una roca de gran tamaño, algo nos protegía del viento, que se día, soplaba muy fuerte.
Tuvimos tiempo para descanso, una buena cantidad de mates, una cena tranquila, y descanso obligado en las bolsas de dormir.


Fueron largas horas de estadía en la bolsa, necesitábamos un buen descanso. Por la mañana desayunamos tranquilos, desarmamos campamento, y seguidos hacia arriba. El viento había aflojado bastante y esa mañana nos permitía andar sin dificultad.
Caminamos al borde del glaciar hasta los 5700m, y fue allí donde establecimos el C2. Todavía teníamos mochilas pesadas, y por ello la caminata fue a ritmo lento. De todas maneras, no tardamos mucho, todos nos encontrábamos en óptimas condiciones. A puro piquetazo pudimos alisar un poco el terreno para poner las carpas "casi" horizontales. Siempre relajados, con los primeros litros de agua obtenidos, hicimos mates, mientras seguíamos con la tarea de derretir hielo y nieve del glaciar.
El sol se ocultaba detrás de la montaña y la temperatura bajaba drásticamente. De unos 15° dentro de la carpa bajamos a 0° en cuestión de minutos. Por suerte en la carpa MH cabemos los 5 sin dificultad, y entre ronda de chistes y charlas, se pasó el resto del día.
Nuevamente pudimos disfrutar de una larga estadía en la bolsa de dormir. Salir al baño era tarea de valientes! Pero la noche, muy fría, estaba despejada de nubes y llena de estrellas. Digno de admiración.
Martín planteó un día de descanso para atacar la cumbre al día siguiente, y, dado que seguía el buen clima, ese día hidratamos y descansamos. Alguna pequeña caminata para estirar piernas, y practicar transito con grampones vino bien.
Había que manejar la ansiedad, así que me dediqué, también, a preparar la mochila de ataque. Todavía tenia el gusto amargo del Ojos del Salado, y esta vez quería que todo se concretara. El resto del grupo creo que hizo lo mismo.
Cae el sol, la temperatura, y a la bolsa.


Día de ataque.
Como se había charlado previamente, salimos cerca de las 4am con rumbo a cumbre. Noche oscura. Viento suave. Frío intenso. Cielo despejado. Eran condiciones ideales para ese día.
Con los grampones puestos prácticamente desde las bolsas de dormir, nos montamos al glaciar y comenzamos a ganar altura.

Subiendo por el glaciar

















A Gustavo no le gusta el hielo. A Mariano la altura le da un sacudón al cuerpo. Para Carol, es su lugar en el mundo. Martín nos guía, y se siente cómodo. También quiere coronar al Pissis. Para mi, simplemente, me encanta todo esto: frío, hielo, altura, buena compañía, amistad, y desafío, la belleza de la naturaleza, la simpleza de la vida en la montaña. Todo forma un sólo paquete, que en ese momento puedo disfrutar.
En la larga caminata a través del glaciar uno se vuelve una máquina de repetir pequeños pasos. Es difícil hablar con los compañeros (viento en contra, dificultad para respirar, agitación, etc.). Para mantenerse concentrado (es necesario hacerlo) uno busca, y con la experiencia aprende, hacer cosas para seguir despierto y con todas las luces prendidas: escuchar música, cantar, tratar de recordar algo puntual (un chiste, una película, alguna charla con alguien). Brazos y piernas se mueven, nunca paran. Generan calor y logran que avances.


Amanece camino a cumbre
















Con la salida del Sol, uno puedo apreciar todo el entorno. Es un momento mágico. El momento más frío del día. Pero el sol nos da calor, y color. Emociona el paisaje, y la inmensidad. Invade la soledad.
Ante mis ojos, un gran valle, en donde se lucen a lo lejos, el Nacimiento, el Walter Penck, el Ojos del salado y el bellísimo Tres Cruces. Todas ellas grandes moles de rocas y hielo. Y está el Incahuasi, una montaña tan bella como magnética. Como los ojos de Medusa, es imposible no mirarla.

Subimos por el glaciar hasta los 6300m, en donde se puede acceder a una especie de terraza, bastante amplia, en donde pueden armarse unas carpas. De hecho, pudimos ver algunas pircas muy prolijamente armadas. Se continua por el sendero, en pleno acarreo hasta los 6400m, donde ya se puede divisar la cumbre principal! Una alegría enorme. Pero aun quedaba mucho por caminar.


Descanso a 6400m, con vista de la cumbre Principal
















Fue momento de descanso, bebimos agua y té, con algunas barritas de cereales.
Seguimos para arriba por un filo que conduce a la cumbre secundaria (Gendarmería Nacional), y luego por un plateau, en dirección sur para encarar la parte final del ascenso.
El día estaba ideal. El cansancio controlado, y síntomas de MAM, ausentes.
A los 6700m nuevamente nos calzamos los grampones para alcanzar el filo cumbrero. De pronto, tan cerca, ya vemos la cruz. Qué alegría! Aun faltaban unos metros, pero estaba delante de mí.  A pasos de coronar nuevamente un "grande".
Primero llega Gustavo, luego Carolina, yo, Mariano y Martín. Finalmente nos fundimos en un verdadero abrazo cumbrero! Felicidad plena y pura. Seguramente cada uno tuvo su festejo interno.
Hora de cumbre: 13.30 hs
Altura: 6818m según mi GPS.
















Cumbre!!
Fotos de rigor, toma de algún souvenir, y a bajar. Era largo el camino de vuelta.
Bajamos por el lado opuesto, por el filo que conduce directamente a la cumbre de GN, pero decidimos no ir hasta allá ya que se había levantado mucho viento y las nubes estaban cada vez más encima de nosotros.
Bajamos del filo hacia el plateau y retomamos el camino de subida. Acarreo final hasta las carpas que se nos hizo eterno, y al atardecer llegamos a las carpas, que se sentían como "casa". Allí nos esperaban unos ricos mates y una picada.
Cansadísimos de la larga caminata. Pero qué lindo se siente!

El día extra lo tomamos como descanso total. Nestor pasaría por nosotros recién al día siguiente. Descanso, relax, y alegría.

El punto de encuentro había sido fijado con anticipación. Era como esperar un taxi en el medio de la nada! Sentados, esperando ansiosos que vinieran a buscarnos a lo lejos divisamos un punto negro en el horizonte que luego se transformó en la camioneta de Nestor. Festejos de saber que hoy era nuestra vuelta a la civilización.
El grupo completo se despide del Pissis, desde el balcón












Llegamos a Fiambalá antes del atardecer. Nuevamente el hostel San Pedro. Cena obligada en la pizzería Roma, un buen relax en los sillones del patio del hostel mirando las estrellas y a la cama.

Objetivo cumplido. Mi (nuestra) visita al rey de la Puna deja una marca imborrable en los ojos y el corazón.




Texto y fotos: Christian Jirasek y Carolina Mourazos